Denominada así por su parecido con la bahía de Cartagena en Murcia España, esta ciudad fundada por Pedro de Heredia en 1533, lo tiene todo. Un centro histórico excelentemente preservado y por ello declarado en 1984 Patrimonio de la Humanidad, sus pintorescas callejas, casonas de fines del S.XVI de estilo republicano y colonial, con tejados y balcones colgados repletos de flores; así como iglesias, monumentos y plazas arboladas.
Ella luce de día y de noche. Pasear por sus calles mirando cada detalle de sus construcciones coloniales te retrae a aquella época de la historia. El sonido de las carrozas que pasean a los cientos de turistas que la visitan diariamente, junto al alboroto de sus palanqueras (mujeres con vestidos coloridos que ofrecen frutas frescas), vendedores de artesanías y artistas callejeros, te sumerge muy pronto a su pulso real de vida.
Saliendo de la ciudad antigua, la urbe se expande para el norte y el sur, al encuentro de otros atractivos: el barrio Getsemaní, destacado por sus murales, grafitis, por el arte en sus calles, se halla rodeado de restaurantes y hoteles boutiques. La zona costera de Bocagrande, Castillogrande y el Laguito, ubicado frente al mar -con arena más oscura- se impone con edificios modernos, y si lo que se busca son playas de arenas blancas, desde el Muelle la Bodeguita, te cruzan en diferentes embarcaciones a diferentes islas de agua cristalina.
De realismo mágico y literatura
Gabriel García Márquez se inspiró en la magia de Cartagena, para convertirse en uno de los escritores más importantes del S.XX. Nacido en 1927 en Aracataca (Magdalena) vivió algunos años en la ciudad, al tiempo que trabajaba como redactor en el diario el Universal y posteriormente en el semanario Crónica.
Su pasión siempre fue la escritura, de hecho fue el máximo representante de la corriente literaria del realismo mágico. La belleza de la ciudad lo inspiró para escribir tres libros donde invita a hacer un viaje imaginario por rincones cartageneros. Estos son: “Del amor y otros demonios”, “El amor en los tiempos del cólera” y su autobiografía “Vivir para contarla”.
Escribió numerosas obras más, hasta llegar a ser galardonado en 1982, con el Premio Nobel de Literatura. Creó en Cartagena de Indias, la Fundación por el Nuevo Periodismo Iberoamericano con la intención de enseñar a periodistas del mundo, sobre ética profesional, rigurosidad y la calidad narrativa del oficio periodístico en Iberoamérica.
Tanto amó esa tierra caliente y húmeda, que su legado sigue latente no solo en sus textos sino también puede visitarse su casa en la calle del Curato en el casco histórico y sus restos descansan en el Claustro de la Merced de la Universidad de Cartagena junto con los de su esposa Mercedes Barcha.
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