El crecimiento de los diferentes canales de comunicación y las nuevas tecnologías, plantean la posibilidad que cualquier persona tenga al alcance de la mano, distintas herramientas para comunicar contenidos. Por ello, el desafío del periodismo actual, es más que nunca, el de la especialización y la profesionalización del saber.
El Periodismo tiene la función social de “Recoger, codificar y transmitir, en forma permanente, regular y organizada, por cualquiera de los medios técnicos disponibles para su reproducción y multiplicación, mensajes que contengan información para la comunidad, con la triple finalidad de informar, formar y entretener” (Martínez Valle. 1997: p.28).
En este sentido, siguiendo a Martínez Valle, la producción de cualquier género periodístico, deberá informar, formar y entretener al lector. De este modo, con una buena selección de las palabras que informe, que genere contexto, manejo de fuentes, testimonios, detalles simbólicos que construyan la escena, se podrá equiparar a la información en vivo que circula permanentemente en internet.
Roberto Herrscher, en su libro sobre Periodismo Narrativo, cómo contar la realidad con armas de la literatura[1], explica que el enfoque del Nuevo Periodismo Norteamericano, supone una renovación en las formas de narración, combinando el periodismo con lo mejor de la literatura.
El Periodismo Narrativo busca crear una narración basada en hechos verdaderos pero que emocione, que muestre las voces, las lógicas, las sensibilidades y los puntos de vista de los otros y que recree en la mente del lector, historias y personajes indelebles.
Para ello, es fundamental encontrar detalles reveladores, simbólicos como pequeñas escenas, frases, imágenes, olores, para poder volcarlas en la redacción y ofrecer al lector, un texto periodístico completo con un enfoque diferente.
Martin Caparrós define a un género típicamente latinoamericano: Lacrónica, como formato periodístico que plasma una mirada que cuenta; que transmite en palabras, sugerencias visuales que la imagen no tiene y que brinda una serie de detalles que la cámara jamás alcanzaría a tomar.
Lacrónica
Caparrós, en su último libro publicado, Lacrónica[2], explica que el texto periodístico tiene que usar las herramientas del relato, para mejorar la descripción del mundo. “Uno es periodista en el terreno y escritor en su escritorio”, enfatiza el escritor y periodista.
Lo crucial para escribir es entender lo que voy a contar. Ryszard Kapuscinski lo denomina: “la gota de agua, el prisma a través del cual se puede mirar todo”. Ese detalle que haga que algo que podría ser banal, se convierta en un relato que despierte interés.
En general, escribir es recuperar un espacio, un personaje, una acción del pasado. Es contar la contemporaneidad, lo que está ahí, lo que sucede. Por ello, la elección de las palabras es fundamental. Cada palabra contribuye a construir una escena y conmover.
La crónica es el género de no ficción donde la escritura pesa más. Aprovecha la potencia del texto para armar un clima, crear un personaje, pensar una cuestión. Es por eso, que el gran reto del periodismo actual, es encontrar formas narrativas que permitan recrear y transmitir noticias, situaciones, lugares y personajes.
[1] Ed. Publicacions i Edicions. Universidad de Barcelona.
[2] Ed. Planeta. Buenos Aires, 2016.
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